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Cuba en Sucesión

Elecciones

Elecciones en Cuba

El Partido Comunista de Cuba, excrecencia y opresión de la nación cubana, no puede ser una organización con propósitos electorales. Esa es la diferencia abismal, con las organizaciones de igual nombre (me refiero al nombre de Partido, no al de comunista) que existen en el resto del mundo.

Comparar al Partido Comunista de Fidel Castro, con el Partido Revolucionario de José Martí, es faltarle el respeto a la historia de la nación cubana.El PC surgió de una imposición, por la fuerza, de solo algunas de las organizaciones que lucharon contra la dictadura batistiana.

El Partido Comunista de Fidel Castro ha sido incapaz de dirigir a la nación cubana hacia días de prosperidad y ha sumido al país en una miseria de proporciones astronómicas, siendo la injusticia social una de sus más connotadas características.

El papel de éste partido se manifiesta en la coacción de las masas. La farsa electoral se repite cuando al Partido Comunista le viene en ganas, violando incluso la propia “Constitución” de Blas Roca.
El “Partido” no postula, ni elige, en fin, no hace más que ver como se desenvuelve la farsa electoral, supervisando, tras bambalinas, que los miles de hombres y mujeres que vayan a ocupar los cargos representativos, se encuentren en disposición de aceptar, incondicionalmente, los ordeno y mando del “Máximo Líder”.
Jamás dichos personajes, que no representan a ningun cubano, há tenido la osadía de retirarle el mandato a ningún dirigente, sin antes haber recibido las orientaciones, al respecto, del Comandante en Jefe.
En cada uno de los “sufrágios” celebrados hasta la fecha, el Partido ha ejercido una presión (siempre por debajo de la mesa) para que de ésta forma resulten electos aquellos personajes que se aviene a sus conveniencias.

Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) que, dicho sea de paso, aparenta o pretende ser una organización no gubernamental (ONG) y que posee una historia bien triste, es la encargada de llevar a vías de hecho tan miserable papel.
Todo el conjunto es una patraña bien urdida. El Consejo de Estado (todos son del Partido Comunista) convoca a elecciones y designa a los integrantes de la Comisón Electoral Nacional.

A quienes designará ésta “Comisión”, que a su vez escoge a las autoridades electorales provinciales?
De ésta forma se va componiendo la tramoya hasta llegar a las circunscripciones y los colegios electorales. En ninguno de esos momentos el “Partido” toma desiciones. Para que, si ya la tomó desde el inicio? Es el desgobierno el que organiza las elecciones, el pueblo solo vota. Eso no es democracia.
Eso se llama dictadura totalitaria disfrazada para engañar a los que se dejen.

Las elecciones en otros países no dejan de tener errores, mañas y marañas, pero las hacen más potables. Por lo menos los dirigentes cambian de cuando en cuando.
En Cuba se eternizan.

Cuba vivió 56 años de experiencia en democracia representativa y tuvo un desarrollo socio-económico (aunque en los primeros 50 años del siglo XX no haya logrado salir del subdesarrollo) muy superior a los de la experiencia de cuarentaitantos años de dictadura totalitaria. En la segunda mitad tampoco lo logró y al paso que va, Fidel Castro podrá enorgullecerse de llevar al país a un estado de calamidad solo comparable con Haiti.

Cuál es el modelo a seguir? El del totalitarísmo? Para que, si con ese modelo las personas cada día son más pobres y miserables.
Si cada pueblo pudiese elegir el sistema político que le resulte más conveniente, al pueblo de Cuba se le debería dar esa oportunidad que jamás há tenido desde que Fidel Castro se impuso por la fuerza, traicionando una revolución que pretendía poner término a la dictadura de Fulgencio Batista y lo menos que podía imaginar (el pueblo) que a esa dictadura le sucedería otra peor y más sangrienta.

El sistema político de la República de Cuba no há sido escogido por votación libre popular. La elección de los delegados de circunscripción, como se realiza en Cuba es una muestra de la capacidad de un gobierno totalitario para proponer, postular y revocar a sus dirigentes cuando le venga en ganas, haciendo, de un proceso electoral, otra más de sus farsas.